Revista Kuaapy Ayvu (2022), vol. 13 (núm. 13), pp. 13-50. INAES Publicaciones. ISSN
2224-7408
__________________________________________
Recibido el 11/11/2022 - Aceptado el 2/6/2023
Dossier «Educación en Latinoamérica: un enfoque social»
Escuela, docencia y
conflicto armado, un recorrido por el Departamento del Caquetá, Colombia
(Experiencia pedagógica de campo)
School, Teaching
and Armed Conflict: A Tour of the Department of Caquetá (Colombia)
Escola, ensino e
conflito armado, uma viagem pelo departamento de Caquetá, Colômbia
(Experiência pedagógica de campo)
Camilo Andrés Mateus Molina
Universidad de la Sabana (Chía, Colombia)
https://orcid.org/0000-0001-8920-3987
Resumen
Este relato se elaboró a partir de una
experiencia pedagógica, realizada en el año 2022 en el Departamento del
Caquetá, ubicado al sur de Colombia en la región de la Amazonia. En el
recorrido se desarrollaron procesos de formación para docentes estatales de
diversas zonas rurales y semiurbanas de 7 municipios del Departamento. El punto
de partida de la narración son las escuelas como escenarios vivos que se
transforman y se adaptan a las diversas contingencias del territorio, con
docentes que se enfrentan permanentemente a las realidades de los grupos
armados, las limitaciones de la ruralidad y la presencia diferenciada del
Estado. La experiencia permitió reconocer la belleza y complejidad del
territorio selvático, colombiano, al igual que las dinámicas departamentales
que se tejen en un escenario con una historia marcada por el conflicto armado
interno, ya que militares guerrilleros y paramilitares sembraron un ambiente de
muerte y dolor en la población. Las dinámicas actuales también están asociadas
al cultivo de hoja de coca y la producción de cocaína, actividades en las que
está inserta la comunidad y demarcan la organización económica
de la zona, por ende, a las dinámicas relacionales que allí se tejen.
Palabras clave
Educación
para la paz; violencia directa; educación rural; mina terrestre; tráfico de
estupefacientes
Abstract
This narrative was developed based on a pedagogical
experience, carried out in 2022 in the Department of Caquetá, located in the
south of Colombia within the Amazonian region. During this journey, educational
training processes were conducted for state teachers from various rural and
semi-urban areas in 7 municipalities within the Department. The narrative
begins with schools as vibrant settings that are transformed and adapted to the
various contingencies of the territory, with teachers who are permanently
confronted with the realities of armed groups, the limitations of rurality and
the differentiated presence of the State. The experience made it possible to
recognize the beauty and complexity of the Colombian jungle territory, as well
as the departmental dynamics that are woven in a scenario with a history marked
by the internal armed conflict, where guerrillas and paramilitary groups sowed
an atmosphere of death and suffering among the population. Current dynamics are
also linked to coca leaf cultivation and cocaine production, activities in
which the community is inserted and demarcate the economic organization of the
area, therefore, the relational dynamics that are woven there.
Keywords
Peace education; direct violence; rural education;
land mine; illegal drug trade
Resumo
Este relato foi elaborado a partir de uma experiência
pedagógica realizada em 2022 no Departamento de Caquetá, localizado no sul da
Colômbia, na região amazônica. Durante a jornada, foram desenvolvidos processos
de formação para professores estaduais de várias áreas rurais e semiurbanas em
7 municípios do departamento. O ponto de partida da narrativa são as escolas
como cenários vivos que se transformam e se adaptam às diversas contingências
do território, com professores que são permanentemente confrontados com as
realidades dos grupos armados, as limitações da ruralidade e a presença
diferenciada do Estado. A experiência permitiu reconhecer a beleza e a
complexidade do território da selva colombiana, bem como as dinâmicas
departamentais que se entrelaçam em um cenário com uma história marcada pelo
conflito armado interno, já que soldados guerrilheiros e paramilitares semearam
uma atmosfera de morte e dor entre a população. As dinâmicas atuais também
estão associadas ao cultivo da folha de coca e à produção de cocaína,
atividades nas quais a comunidade está envolvida e que marcam a organização
econômica da área e, consequentemente, também suas dinâmicas relacionais.
Palavras-chaves
Educação
para a paz; violência direta;
educação rural; minas terrestres; tráfico de drogas
Foto
1
Atardecer sobre el río Caquetá

Presentación
Este trabajo es el resultado de un recorrido por el departamento de
Caquetá, realizado en el segundo semestre del año 2022, en procesos de
fortalecimiento a Establecimiento Educativos ubicados especialmente en zonas
rurales. Desde estos escenarios de diálogo, convivencia y construcción
colectiva con los docentes y directivos docentes, se establecieron espacios de
confianza que permitieron recolectar información fundamental para la
comprensión de la escuela y el territorio Caqueteño.
Esta valiosa
experiencia de campo llevada a cabo en uno de los tantos departamentos
fuertemente violentado, por los diversos grupos armados, reafirma la necesidad
de conocer de manera más profunda, la vitalidad de las escuelas, las
condiciones y afectaciones que tienen los docentes del territorio nacional, es
así como estas actividades investigativas donde se ha tenido la oportunidad de
sumergirse en la realidad de profesores que han vivido y trabajado en medio del
conflicto armado, experimentando de primera mano las profundas consecuencias
que este ha dejado en sus vidas y en sus comunidades.
El
trabajo de campo desempeña un papel fundamental, en este tipo de
investigaciones (Maroto, 2017; Ellis, Adams y Bochner, 2015; Blanco, 2012), ya
que permite un acercamiento directo a la realidad de las personas y a los
contextos en los que se desenvuelven. Al sumergirse en el terreno y establecer
un contacto estrecho con los profesores que se enfrentan a las consecuencias,
aún visibles del conflicto armado, y reconocer las transformaciones culturales
e institucionales que se viven en los territorios, tener la oportunidad de
escuchar los testimonios de las comunidades educativas, su importancia en
relación a la capacidad de generar empatía, dar voz a aquello cuyas
experiencias están silenciadas, son fundamentales para el alcance del objetivo
máximo de la paz, esto a través del contacto directo con los profesores. La
inmersión en sus entornos logra capturar la complejidad de sus realidades y
comprender las implicaciones en su labor docente y en la educación de las
comunidades afectadas.
Profundizar
en ejercicios de investigación de campo, reconociendo de manera más profunda
las complejidades sociales que se encuentran en los diferentes territorios se
hace necesario y enriquecedor, así como se plantea en el libro: «Experiencias a
pie de campo, problemas y desafíos en investigaciones críticas de humanidades y
ciencias sociales». Publicado en el año 2023, donde se recogen diversas
experiencias de investigación social realizada directamente en los territorios.
Desde la
construcción de narraciones, se busca darle visibilidad a las escuelas y sus
docentes en el marco de estas dinámicas de violencia, permitirle a la comunidad
y a la misma agremiación de educadores, reconocer las complejidades que han
vivido, padecido y enfrentado los docentes desde sus escuelas. Comprender la
deuda histórica que se tiene con los maestros del país, en especial con
aquellos que residen en zonas rurales o en zonas de mayor confrontación armada,
esto con el fin de darle un papel preponderante a los escenarios y actores
educativos, buscando la no repetición de hechos violentos en las escuelas y
contra los maestros.
Experiencia
Llegar al
Departamento del Caquetá, se convertía en una visita más dentro de los
constantes recorridos por las escuelas del país, un territorio completamente
húmedo, donde sudas desde que llegas hasta que te marchas, un departamento con
una riqueza natural exuberante, unos ríos majestuosos y una libertad de la
naturaleza que solo puedes pensar en que estás en una enorme finca.
Mapa 1
Municipios del Departamento de Caquetá

Nota. Tomado del Atlas Geográfico de Colombia (Sociedad Geográfica de
Colombia, 2002).
El saludo
afectuoso de Vicente en el aeropuerto auguraba una buena estancia en Florencia,
la capital. Florencia es la ciudad más grande
de la
región amazónica en Colombia, ha tenido diversas épocas de bonanza económica,
que ha pasado por el cultivo de la quina, el caucho y la hoja de coca, como
muchas ciudades jóvenes en el país ha venido creciendo de manera acelerada en
las últimas décadas con éxodo de familias campesinas a zonas urbanas.
Vicente
es un rector[1]
joven y amigable, que intenta en cada frase resaltar la riqueza de su
departamento en aspectos como la gastronomía, los recursos naturales, los ríos,
las montañas, los peces, las aves, en general, intenta mostrar las fortalezas
de su territorio, pero en especial, intenta alejar todas las asociaciones que
se hacen del Departamento del Caquetá con la guerrilla, la violencia y los
cultivos de la hoja de coca.
El
Departamento del Caquetá cuenta con 16 municipios y 7 corregimientos, en
extensión de tierra, es el tercer departamento más grande del país y uno de los
menos poblados, en su mayoría, está compuesto por selva húmeda amazónica y es
reconocido por su abundante agua dulce, ya que cuenta con 7 caudalosos ríos.
Vicente
nos cuenta acerca de los ríos y la selva; las escuelas y las posibilidades
turísticas que ofrecen sus riquezas naturales, cascadas, lagos, bellas
montañas, y una diversidad infinita de tonalidades de verde natural. Nos habla
de su alegría por vivir en Florencia y como vienen poco a poco construyendo un
restaurante y un hotel, a partir del sueño del surgimiento del turismo en la
región.
Al día
siguiente, un lunes a las 5 de la mañana salimos hacia el municipio de Curillo
en un Mazda 323, que Vicente cuida y quiere, como lo merece un sueño cumplido
de juventud; paramos a comer pandebono[2] y
a tanquear,[3]
cerca de 2 horas y media, después, hemos llegado al Puerto de Curillo, a esta
hora (casi las 8 de la mañana) la humedad me tiene completamente lavado, nos
enfilamos en una lancha de motor donde cerca de 10 profesores entre risas y
chanzas se alistan para una semana más de trabajo en «La Novia» (nombre de la
escuela donde laboran), según Vicente, recibe este nombre por uno de dos
posibles mitos que giran alrededor de la escuela, uno dice que se debe a una
novia que fue plantada en el altar y luego se ahogó en el río aledaño a la
escuela, el otro mito (igual de trágico), dice que esta mujer se ahorcó en uno
de los salones de la escuela, por el abandono de su amado.
Después
de intentar demostrar una pericia inexistente subo a la lancha y se encienden
motores, el tiempo pasa entre los nervios de una persona que le teme al agua y
que siente que en cada curva o en cada rama que choca contra la lancha van a
dar bote,[4]
también tendrá que intentar una habilidad inexistente de nadador curtido; este
miedo se mezcla con un paisaje hermoso, árboles gigantes que demuestran su
fuerza y vitalidad; el sol cae vivificando todo, atónito, solo queda dejarse
llevar por las montañas, los árboles, los pájaros que viajan solitarios por la
selva y dejarse cautivar por las tonalidades de vida que rodean el horizonte.
La lluvia
nos sorprende por el camino; entre el sol y la lluvia después de un poco más de
una hora hemos llegado a «La Novia», la pericia ya quedó completamente
reevaluada, bajarse de la lancha es aún más complicado que subirse; entre manos
de ayuda y voces de aliento, las maletas y el computador están a salvo, los
profesores bajan el mercado de la semana y una que otra golosina que les
permita pasar las noches lejos de sus familias, mientras algunos niños los
saludan con sonrisas enormes y abrazos sinceros.
Chocolate,
pandebono y galletas; Vicente nos ofrece una merienda y tras esto nos lleva a
conocer la escuela, el deterioro de la infraestructura, las huellas del daño
estructural causado por la humedad, la falta de un mantenimiento permanente y
el abandono al que se vio sometida la escuela a partir de la pandemia son
evidentes, aun así Vicente nos cuenta los milagros que intenta hacer con el
bajo presupuesto que recibe anualmente para el mantenimiento de la escuela con
sus 5 sedes distribuidas a los largo del municipio.
Hasta el
momento nada me sorprende, es tristemente natural encontrar instituciones
educativas en el país con grandes dificultades en su infraestructura escolar,
baja inversión presupuestal y rectores tratando de hacer milagros con el escaso
dinero que reciben para su sostenimiento. Según el Fondo de Financiamiento de
la Infraestructura Educativa, de las 42.933 sedes del sistema educativo
escolar, el 95 % no cumple los estándares internacionales NSR 10,[5] el
18 % aún no cuenta con servicios públicos y el 23% tiene altos riesgos de
deslizamientos, inundaciones y sequía. (Ministerio de ambiente, vivienda y
desarrollo territorial, 2010).
Los salones de la escuela
son pequeños y húmedos, lo que provoca que cuando hace sol, sean insoportables
por la falta de ventilación y cuando llueve sea imposible escuchar cualquier
clase. Los pupitres se encuentran maltratados y parecen escasos para la cantidad
de niños que hacen parte de la institución. Además, encontramos un pozo para el
cultivo de peces en proyección, un corral para animales deteriorado en tiempos
de pandemia y una pequeña huerta que llama poderosamente mi atención.
La huerta
es pequeña, quizás tenga un poco más de 20 metros cuadrados y hasta ahora la
está organizando el docente de énfasis en agropecuaria con su grupo de
estudiantes de diferentes grados. Más allá de la huerta veo a unos 2 metros un
pequeño aviso rojo pegado a una cinta amarilla de precaución. No puedo evitar
bajar a mirar más de cerca y efectivamente una cinta atada de un árbol a la
reja del colegio alerta someramente la existencia de una zona sembrada con
minas antipersonas, con un pequeño recuadro rojo con una calavera que alerta
del peligro. Vicente me explica que esto lleva mucho tiempo así y que no ha
sido posible lograr el desminado, que los niños conocen la situación y hasta el
momento afortunadamente no han tenido inconvenientes con este espacio.
A pesar
de la tranquilidad con que Vicente explica la situación, no dejo de pensar en
el riesgo que implica este campo minado y sobre todo la naturalización de su
existencia, el solo hecho de pensar en un campo minado te aterroriza, pero si
además se encuentra pegado a la escuela, no se puede dejar de pensar en la
situación de la comunidad, la enorme desidia e inoperancia gubernamental, los
principios del derecho internacional humanitario, la historia de violencia
asociada al territorio que ha tenido que vivir esta escuela y su comunidad.
Foto 2
Campo minado en la
escuela de La Novia

Nota. Tomado de
la Sociedad Geográfica de Colombia - Atlas de Colombia.
Vicente,
nos cuenta acerca de un cilindro que lanzaron desde el río y se llevó una valla
del Ministerio de Educación Nacional, nos habla de una historia del territorio
mediada por la influencia de la guerrilla y alimentada por las dinámicas de los
cultivos de coca y la influencia del narcotráfico. Cuando Vicente narra algunas
situaciones se siente su incomodidad, preferiría hablar del presente, donde
claramente resalta una importante transformación de la vida en el territorio a
partir de los acuerdos de paz con las FARC en el año 2016. Aunque los cultivos
de coca continúan presentes en el territorio, con todo lo que ello implica, las
dinámicas sociales y las condiciones de vida han mejorado, dando tranquilidad y
posibilitando la proyección de un futuro más favorable.
Volvemos
a la sala de profesores, allí se encuentran cerca de 20 docentes, entre el
aburrimiento que implica una larga reunión y la presión por demostrar
compromiso profesional e institucional, comienzan la sesión. Los docentes
hablan de sus prácticas pedagógicas y la forma en que perciben los programas y
las políticas educativas. Claramente plantean la baja inversión escolar y la
insuficiencia de condiciones dignas para un ejercicio integral del servicio
educativo.
Infraestructura
escolar precaria, comida de baja calidad recibida a través del Programa de
Alimentación Escolar,[6]
pocas posibilidades formativas y de actualización para los docentes, son solo
algunos de los comentarios recurrentes, aun así se hace agradable el espacio y
entre un diálogo fluido frente a los errores que se cometen en la realización
de los proyectos educativos institucionales, los currículos y los manuales de
convivencia; finalizamos la sesión entre buenos deseos, un café dulce y una
foto como tantas que guardo celosamente para luego recordar.
El viaje
sigue, la próxima parada es San José del Fragua. Nuevamente el juego de
equilibrio para subir a la lancha e iniciamos el recorrido, la tarde cae y la
belleza del lugar se acentúa mientras transitamos por un río tranquilo y
apacible, los pájaros buscan refugio y el sol comienza a emanar los últimos
rayos de luz que se filtran en algunos lugares por la espesa selva. Un niño va
en la lancha y es el guía, le avisa a su tío dónde hay ramas o palos que puedan
causar daño a la embarcación o nos puedan hacer voltear, el pequeño niño de
cerca de 10 años ya es un experto y conoce muy bien el aspecto de las ramas y
cuáles se deben o no esquivar.
Foto 3
Ruta escolar, viaje en chalupa por el río Caquetá

Nota. Tomado de
la Sociedad Geográfica de Colombia - Atlas de Colombia.
Desembarcamos
en el Puerto de Curillo, listos para salir a San José del Fragua. La rectora de
la institución nos ha estado esperando con la mejor disposición, con cada
llamada se le nota el gran compromiso y amor que siente por lo que hace, a
pesar de recientes situaciones difíciles de salud, tiene toda la energía y
compromiso para sobrellevar las condiciones físicas adversas y continuar
liderando su institución educativa.
Después
de casi dos horas de camino llegamos donde la rectora, quien se ofrece a
hospedarnos en su casa, ofrecimiento que no dudamos en aceptar; se trata de una
finca bellísima entre los municipios de Belén de los Andaquíes y San José del
Fragua, donde los colores, el cuidado de la flora, la construcción en madera y
materiales de bajo impacto ambiental, dan cuenta de la formación en biología de
la rectora, agua de panela y arepas. Mañana inicia otra jornada en un colegio
más grande y con mayores diferencias entre maestros. El Proyecto Educativo
Institucional, donde se requiere un trabajo más intenso frente a la
articulación del pensar y el sentir pedagógico de los maestros, con los
principios y fundamentos estructurados en proyecto educativo de la institución
educativa.
El
diálogo con los docentes es fluido, entre las discusiones recurrentes se
encuentra el proyecto educativo institucional, el currículo, la evaluación y
las políticas educativas. Pero, en un momento de la socialización, un docente
menciona su preocupación debida a que un número bastante grande de sus
estudiantes se dedica a «raspar coca» (recolección de hoja de coca), labor
recurrente en las familias del territorio ya que es de los trabajos mejor
pagados en la región, por cada arroba recogida reciben entre 10.000 y 15.000
pesos, una persona puede recoger entre 10 y 20 arrobas en un día; según su
«experticia», es decir, puede llegar a ganar una suma bastante considerable
teniendo en cuenta salario mínimo mensual colombiano, que para el año 2023 está
en 1.160.000 pesos, alrededor de 242 dólares (Decreto N.° 2613/2022).
«Raspar»
coca, al igual que la recolección del café, es un trabajo que muchas veces lo
realiza toda la familia desde el más anciano de sus miembros hasta el más
joven. Y sus ingresos son altos comparativamente con el cultivo de otros
productos, al igual que si lo comparamos con el pago de un jornal en el
territorio, por lo que termina siendo una actividad económicamente muy
tentadora para toda la comunidad. Surgen varios interrogantes frente a esta
realidad del territorio, como ¿qué ocurre cuando los estudiantes encuentran un
escenario laboral tan lucrativo?, ¿qué significa tener ingresos altos en edad
escolar?, ¿cómo se construyen las formas relacionales en la escuela y las
estructuras de poder con la cultura de la coca en el territorio?, pero, en
especial ¿cuál es la función de la escuela en estos municipios? y ¿cuál es la
visión de los jóvenes frente a la educación?
Las
palabras quedan cortas, a pesar de dialogar acerca de la promesa de progreso
con relación a la educación, propia de la modernidad y de tratar de identificar
las virtudes con que cuenta la escuela. La realidad termina siendo contundente,
pues a pesar de que los niveles de deserción escolar son bajos, todos saben que
las pocas opciones educativas, laborales, culturales, deportivas, de
emprendimiento, van a generar que para muchos su opción real y beneficiosa
económicamente sea la de continuar recolectando coca, mientras esta actividad
siga siendo posible en las diferentes fincas de la zona.
Sigo mi
camino mientras veo jóvenes estudiantes saliendo en grandes motos hacia sus casas.
La próxima parada es Belén de los Andaquíes, bello nombre para un municipio.
Solo tenía presente este municipio por los informes del Centro Nacional de
Memoria Histórica[7]
donde mencionan que en un caserío[8]
denominado Puerto Torres el cual hace parte del municipio de Belén de los
Andaquíes, las víctimas de los paramilitares del Bloque Central Bolívar[9]
«primero eran torturadas en un árbol de mango; luego, interrogadas en la casa
cural y, finalmente, asesinadas en un sector de la institución educativa»
(Rojas, 2017).
Ese
fragmento lo tenía muy presente, además que este municipio fue uno de los más
violentados por diversos grupos armados, siendo cerca del 70% de su población
víctima directa del conflicto armado. Al llegar a la institución educativa, un
joven de unos 13 años nos saluda muy cordialmente y nos invita a seguir.
Estamos ante una institución grande, comparativamente con las que había
visitado los días anteriores, los niños y jóvenes que pasaban saludan muy
respetuosamente y nos indican donde está la coordinación.
Después
de realizar el proceso de acompañamiento, esta vez tan solo con un par de
docentes, notamos como los niños y jóvenes se organizan para ir a sus cursos de
profundización en temas agropecuarios y no hacía falta ningún docente para
organizar los grupos, contrario a esto es notable la autonomía y autogestión de
los estudiantes, no hay regaños, gritos, ni control, los muchachos se organizan
y salen de la institución sin ningún inconveniente.
Inicialmente
era contradictorio, yo esperaba una institución educativa, grande y bullosa,
donde por las condiciones del contexto se sintiera un ambiente riguroso y de
control, teniendo en cuenta que es un municipio tan cercano a San José del
Fragua y las problemáticas sociales se asemejan, por tanto, esperaba un
ambiente más complejo.
Hablo con
las docentes, tratando de indagar acerca de las dinámicas de los estudiantes
relacionados con la labor de recolectar coca. Ellas manifiestan que no es un
problema recurrente en el colegio, que le han dedicado un gran esfuerzo por
mantener una cultura institucional centrada en el respeto hacia los demás y que
agradecen que notemos ese aspecto en la institución.
La
próxima parada es una zona denominada Norcasia, tal vez Victoria Media o
Victoria Alta, me dieron muchos nombres, pero después de contactar a dos
mototaxistas experimentados y de dos horas en moto desde el aeropuerto
Florencia, llegamos. Fue un trayecto largo y fuerte, no solo por ser un camino
destapado, una trocha de grandes piedras, que para los que no estamos
acostumbrado a viajar en moto se vuelve doloroso e interminable, sino además
con un clima ambivalente que entre fuertes aguaceros y un sol picante, nos
obliga a llegar completamente desarrapados a la institución educativa.
La
rectora, una boyacense encantadora, que decidió llegar al Caquetá a poner al
servicio de las zonas rurales su experiencia y entusiasmo, nos recibe con un
abrazo y un delicioso pescado en uno de los hermosos ríos del departamento, un
pozo natural donde eventualmente los estudiantes se van a disfrutar de la
naturaleza. Llegamos a la institución y un pequeño grupo de maestros nos
esperan, dialogamos acerca de la escuela; Rosember el coordinador de la
institución me comenta haber trabajado conmigo hace algunos años cuando
implementábamos modelos flexibles en todo el país, me alegro mucho de encontrar
viejos compañeros en este amplio contexto educativo y espero tenga un buen
recuerdo de mi labor, en su momento, como coordinador del proyecto.
Rosember,
me cuenta acerca de las dos veces que estuvo secuestrado y como el proyecto de
paz que él lidera, junto a Clara en la escuela, ha puesto en una misma mesa a
dialogar a diversos grupos armados con la participación de la comunidad y la
iglesia, me cuenta como se convirtió en un reto para ellos convivir con el
bloque tercero y dieciséis de la guerrilla de las FARC (subdivisiones de la guerrilla que
operaban en esta zona del país) y el acercamiento de los grupos
paramilitares y la escuela «como un escenario de paz» ha logrado convertirse en
un escenario neutro, así como un espacio de diálogo y convivencia en el
territorio.
Los
mototaxistas, que nos estaban esperando se encuentran intranquilos, me explican
que ya es muy tarde, ya que no es para nada recomendable andar por esta
carretera una vez caiga la noche, que a pesar de que la influencia de los
grupos armados en el territorio se ha reducido, aún se encuentran presentes y
es mejor evitar cualquier situación de riesgo. Subo rápidamente a la moto y
Luis «el mototaxista» acelera a fondo para llegar a la carrera principal antes
de que caiga el sol. Como siempre, intento asumir una actitud relajada, dejo en
manos de Luis las consecuencias del trayecto. Llegamos a la carrera principal a
las 6:20, horario perfecto y ya de manera tranquila entramos en la casa de
Vicente una hora después, completamente agotados.
El
Orteguaza es un imponente río de 130 kilómetros que recorre de norte a sur el Departamento
del Caquetá y conecta, entre otros, la ciudad de Florencia con el municipio de
Milán; tiene una historia muy representativa en el departamento, por ser
considerado un cementerio vivo, ya que muchos muertos fueron arrojados al río
en la época más sangrienta en la historia del conflicto armado en el Caquetá,
con la autoría de la guerrilla de las FARC, los paramilitares del Bloque
Central Bolívar y las fuerzas militares del estado. Cuentan que en la época de
sequía se podían ver los muertos en descomposición en las zonas secas y que
hubo un grupo de policías encargados de patrullar el río, para recoger los
cuerpos que se podían encontrar en su trayectoria.
Son las
6:30 de la mañana y estoy listo en Puerto Arango, muy cerca de Florencia, para
tomar una lancha rápida por el río Orteguaza hasta un municipio llamado San
Antonio de Getuchá. El recorrido es tranquilo, con una duración cercana a las 2
horas. Es notable la movilidad comercial del municipio y el calor es agobiante,
atravieso el parque central mientras observo a jóvenes militares barriendo las
hojas secas que han caído, al parecer van a realizar un evento y están
organizando el escenario.
Una vez
en el colegio, soy recibido por el rector de manera cordial y comenzamos un
diálogo interesante sobre las dinámicas escolares en el territorio. Este es uno
de los colegios más grandes que he tenido la posibilidad de conocer, tiene
cerca de 76 hectáreas, pero muy poca inversión para aprovechar este enorme
terreno. Dialogamos acerca de la historia del colegio en especial su tradición
agropecuaria y la cercanía que tiene con la comunidad del municipio, además el
rector hace énfasis en el impacto negativo que en el territorio están teniendo
los institutos de validación, que terminan al cabo de seis meses o máximo un
año, otorgando títulos de bachillerato a los jóvenes, sin ningún nivel de
rigurosidad o de exigencia académica.
Veinte
minutos después, el rector me invita al evento que se celebrará en el parque
central del municipio, para mi sorpresa el evento se realiza en el marco de la
conmemoración de la memoria y solidaridad con las víctimas y lo lidera la mesa
municipal de participación efectiva para las víctimas. Veo hombres y mujeres
con camisetas blancas, bombas blancas y velas como referente simbólico para la
conmemoración. Se oyen algunas palabras de los delegados de la alcaldía, el
representante de las víctimas, el rector y el comandante de la policía. Como
parte de la actividad van a realizar una marcha con los participantes para
dejar una ofrenda floral en una placa que acaban de instalar en la ceiba que se
encuentra en el centro del parque, placa conmemorativa a las víctimas del
conflicto armado en el municipio.
Foto 4
Conmemoración de la
memoria y solidaridad con las víctimas, parque central del municipio de San
Antonio Getuchá

Muy alegre por haber coincidido con esta conmemoración, noto que muchas personas
no reconocen la importancia de esta, ni la representatividad que esto tiene
frente a la forma en que se resignifican las dinámicas de violencia en el
territorio. Hugo, un profesor del colegio que estuvo dirigiéndose al público y
que investiga acerca del conflicto armado, me cuenta como en el sitio donde
pusieron la placa, en la ceiba del centro del parque, los diferentes grupos
armados amarraban a sus víctimas y las torturaban para luego arrojarlos al río
Orteguaza. Solo me quedo con lo enunciado de la placa «9 de abril.
Conmemoración del Día Nacional de la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto
Armado. Milán – Caquetá 2022», «En Honor a la Fortaleza de quienes aún con el
corazón en la mano decidieron continuar».
Por la tarde, decidí
continuar mi camino hacia un pequeño caserío ubicado a 20 minutos en lancha
rápida de San José de Getuchá, debí correr para tomar el vehículo. La principal
dificultad que se presenta en estos caseríos es que es fácil llegar, pero salir
es incierto, ya que solo pasa una lancha al día; además, si esta tiene ya el
cupo completo, no se va a acercar a la orilla y te ves obligado a salir el
siguiente día, quizás hasta rezar para que haya un cupo disponible, así sabes
cuando entras, pero no cuando sales. Me bajo de la lancha poco antes de las 5
de la tarde, estoy preocupado porque el rector no me contesta los mensajes ni
las llamadas. Un docente que he encontrado en la embarcación me lleva hasta el
colegio y a la vivienda del rector. Me cuentan que hay unas obras que están
realizando al fondo del caserío, por tanto, comienzo a caminar por un gran
camino de barro que ha dejado una retroexcavadora, acá era completamente
necesario llevar botas de caucho, que no tenía. Después de 10 minutos de caminata,
tengo barro hasta más arriba de las rodillas y mis tenis (calzados deportivos),
han quedado estancados cerca de tres veces durante el recorrido.
Lleno de barro y sudando a
cántaros, me encuentro en frente de la casa del rector, este sale y con una
actitud despectiva me lleva a un rancho de madera donde solamente me dice
«puede quedarse ahí, mañana lo espero a las 9», lo primero que percato es que
no había toldillo,[10]
esto en las zonas selváticas y húmedas es fundamental durante la noche (como
protección ante los insectos). El rector se marcha, yo intento lavar mi ropa
para quitar el barro, trato de conseguir comida y es inútil, la única tienda
cerró hace 10 minutos y el rector nunca me lo comentó, tendrá que ser una noche
y una mañana sin comida, claramente allí no hubo recibimiento amable. Sentía
esa intención de fondo por parte del rector, de hacerme sufrir el rigor de lo
que ellos viven día a día, de hacerme entender en la experiencia las
dificultades de la zona, lo que ellos vienen enfrentando permanentemente.
Foto 5
Ceiba, parque
central del municipio de San Antonio Getuchá

Me
levanto temprano, con la mejor actitud, es importante demostrar que estamos
acostumbrados al territorio y sus complejidades, más allá de algunas picaduras
de zancudo y un poco de hambre, todo está avanzando perfectamente. Desarrollo
una actividad con estudiantes y luego con profesores y salgo a la 1:30 de la
tarde hacia el río, para esperar la lancha que pasa a las 2:30. Está lloviendo
bastante fuerte, llego con mis maletas completamente lavadas y con barro
nuevamente hasta las rodillas. La espera se hace eterna, algunos jóvenes toman
tinto y comen pan, sigo con hambre y muchas ganas de estar en un hotel. Son las
2:40, una lancha pasa rápidamente sin detenerse en el pequeño puerto,
desesperadamente hago señas y grito, pero es inútil, al parecer la lancha ya
cuenta con el cupo completo.
No puedo disimular mi
frustración, los muchachos que están allí me dicen que me regrese me tome una
cerveza y me relaje. Estoy en la orilla del río esperando que aparezca
nuevamente la lancha y decida llevarme, pero no va a ser así. Algunos
trabajadores que pasan por allí, quizás pecadores, me ven en la orilla y tratan
de decirme que la lancha ya pasó y que me toca esperar al día siguiente. En un
momento se me acerca uno de los trabajadores y me dice que debe regresar por un
material a San Antonio de Getuchá en una chalupa,[11]
que si quiero él me lleva, yo no lo dudo un instante. Saldremos a las 5 de la
tarde, espero con más tranquilidad y después de un poco más de una hora de
recorrido hemos llegado, mi tarea durante este tiempo fue sacar agua de la
embarcación con una taza y maravillarme con la belleza del paisaje que
atravesamos lentamente.
Al día siguiente regreso a
Puerto Arango por el río Orteguaza, sin ningún inconveniente, me dirijo a
Paujil y de allí a Doncello El paisaje es hermoso, las montañas, las rocas y
los árboles configuran un estimulante paraíso natural. Doncello es un municipio
grande, donde encuentro una diversidad de restaurantes y hoteles; el ambiente
se asemeja más a un municipio Huilense que Caqueteño, me dirijo al colegio que
está ubicado en el centro del pueblo, tras un amistoso recibimiento del rector
programamos las actividades con docentes. Me pregunta sobre mi concepción
acerca del informe de la comisión de la verdad de Colombia, entregado hace
pocas semanas (Portal AECID, 2022), principalmente acerca de la importancia de
abordarlo al interior de la escuela. Un par de días después se desarrolla la
actividad con un nutrido grupo de docentes bastante participativos y motivados
con las discusiones pedagógicas.
Al finalizar, el
coordinador me invita a almorzar y comienza un relato acerca de su historia de
vida asociada al conflicto armado, como fue amenazado, perseguido y pudo
resguardarse para no ser asesinado por los grupos paramilitares que iban
llegando al territorio; también me comenta como llegó a ser coordinador
académico del colegio de donde unos años atrás había sido expulsado y como en
su vida ha tenido muchas revanchas; nos despedimos, no sin antes invitarme a
ver un juego de voleibol que disputaban los docentes esa noche (en un torneo
que se venía desarrollando entre diversas entidades del municipio), disputarían
por el tercer puesto.
Son las 7
de la noche y me encuentro en el polideportivo, llegan diferentes familias, los
niños corren y juegan en un enorme y ruidoso columpio, mientras las familias
con helados o cervezas comienzan a ver los juegos, los gritos de emoción no se
hacen esperar. Entre provocaciones de sana rivalidad van pasando los minutos,
los profesores ganan el juego y se llevan el tercer lugar, continúan los
encuentros y de pronto ya son casi la 1 de la mañana.
Me
encanta ver la tranquilidad de las comunidades, la sensación de calma que se
percibe, contrarresta por completo con la historia de violencia que vivió este
municipio. En el año 1997 hubo una terrible masacre a manos de los
paramilitares, a muy pocas cuadras de donde nos encontramos; es recurrente
escuchar (no pocas) historias de un pasado mediado por la violencia, los
asesinatos, las amenazas y los desplazamientos en el pueblo. Los
enfrentamientos entre guerrilla, paramilitares y militares del estado, eran
recurrentes en esta zona del país; la violencia asociada al conflicto armado
marcó la vida de sus pobladores. Un docente me comenta que, a partir de los
acuerdos de paz, primero con los paramilitares y luego con las FARC, se respira
otro ambiente; más no puede asegurar que de completa tranquilidad, pero la vida
sí ha cambiado y han mejorado sus condiciones, ahora no se sienten en una
permanente zozobra. No puedo más que alegrarme, deseando que esta tranquilidad
permanezca.
Foto 6
Torneo de voleibol realizado en el municipio de Doncello

Dos días
después regreso a Paujil, de ahí salgo para Cartagena del Chairá. En dicha
localidad iría inicialmente a un colegio grande en el casco urbano, con cerca
de 60 profesores. He tenido pocas oportunidades de hablar con la rectora, pero
me concede toda la jornada para realizar la actividad, los docentes poco a poco
comienzan a participar, dialogan sobre las dinámicas institucionales y las
limitaciones presupuestales, también sobre las actividades de raspar coca por
parte de las familias y en general de la comunidad; luego, comienzan a
conversar acerca de experiencias directas que han tenido con el conflicto
armado. Me llama la atención la historia de un profesor que nos cuenta cómo en
una escuelita cercana en la zona rural, en plena formación con los estudiantes
fueron fumigados por un avión con glifosato, por lo que todos; profesores,
niños, personal de apoyo y algunos padres, tuvieron que lanzarse al río para
poder lavarse y quitarse este químico. El ardor en los ojos, la comezón en la
piel, sobre todo la ira y el enfado con los responsables de este hecho, la
vulneración repetida a que han sido sometidos, pero peor aún, la imposibilidad
de poder generar un castigo justo con los responsables de este tipo de
acciones. Al final, no hubo graves consecuencias físicas en los niños ni en los
demás participantes de la actividad, pero sí está muy presente la forma
despectiva con que todos los actores armados han actuado contra la población
civil y contra las escuelas.
Al día
siguiente voy para Remolinos, un municipio a 5 horas en lancha rápida, saliendo
del puerto de Cartagena del Chaira o 12 horas en auto, escojo obviamente la
lancha rápida y salgo cerca de las 11 de la mañana. Por primera vez en mi
recorrido hay retenes militares, al interceptarnos, nos piden documentos a los
tripulantes. Cerca de una hora después de iniciar el recorrido, el motor de la
lancha se dañó, como pudo el conductor se acercó a la orilla. El calor es
desesperante; el conductor, por su parte, intenta arreglar el motor, pero su
esfuerzo es infructuoso. Cerca de hora y media después llega una nueva lancha y
retomamos el viaje.
Calor,
humedad, cansancio, hambre, espero pronto llegar a un hotel y descansar, ya son
muchos días de viaje, de sudar todo el día y noche. Hemos llegado a Remolinos,
un municipio pequeño. Es domingo y la gente se encuentra en las tiendas
escuchando rancheras y bebiendo cerveza. Como es mi costumbre, en zonas que no
conozco, decido ir directamente a buscar hospedaje. Solo encuentro una casa
donde se ofrecen a alojarme, me comunican que en el pueblo no hay internet y
que solo hay energía eléctrica de 5 de la tarde a 10 de la noche, la habitación
es bastante precaria y sin energía, por lo que las posibilidades de usar un
ventilador para refrescarme se desvanecen.
Foto 7
Amanecer en el río
Caguán

Al día
siguiente, con el peso del trajinar, voy al colegio a comenzar la última
capacitación. Me recibe muy cordialmente el coordinador y comenzamos un
recorrido por la institución, cancha de fútbol, de voleibol, una huerta, una
porqueriza, gallinero, a simple vista una institución con vocación agrícola; el
coordinador me comenta que vienen haciendo arreglos, adecuaciones y que muchas
de estas acciones se dan por la gestión del rector, pero sobre todo por el
compromiso de los docentes y los estudiantes, ellos mismos a hombro han movido
todo los materiales de las obras y han conseguido la madera para las
estructuras.
Me reúno,
primero con los estudiantes, corroboro nuevamente las limitadas posibilidades
que les ofrece el territorio para desarrollarse laboral o académicamente; la
mayoría de ellos plantean, con poca determinación que quieren continuar
estudiando, pero no están seguros de que estudiar, donde estudiar o las
implicaciones que ello tendría.
Un rato
después me encuentro con los profesores, comenzamos la sesión y hago un
reconocimiento a la vocación agrícola tan marcada que se percibe en la
institución, ellos comentan las dificultades que tienen en términos de
movilidad, así como para muchos la dificultad que implica estar lejos de sus
familias; muchos de ellos son nuevos en la institución, ya que hace cerca de
tres años las disidencias de las FARC determinaron que ningún profesor que no
fuera del Caquetá podía dictar clases en la escuela, por tanto muchos se vieron
obligados a pedir traslado a otros colegios del departamento, por lo que fueron
nombrados nuevos docentes que cumplieran la condición.
Situaciones
como estas no las había escuchado, en varias ocasiones los docentes han sido
objeto de desplazamiento en todo el territorio nacional, ya sea en movimientos
masivos o frutos de amenazas directas, pero no había escuchado hasta el momento
desplazamiento de docentes causado por amenazas directas de un grupo armado,
por no ser oriundo del departamento donde están ejerciendo su labor.
Nuevamente
siento en el ambiente la naturalización de la situación, una especie de
aceptación resignada por parte de la población frente a lo que plantean los
grupos armados. El coordinador me invita a comer a su casa ya que su esposa,
Marcela, cocinó gurre «armadillo», yo no lo había probado y me causa
curiosidad; claro, no dejo de imaginarme al pobre armadillo, cuestionándome
acerca de las implicaciones éticas de comer este tipo de animal, pero la
curiosidad me gana y terminamos probándolo. Su sabor es agradable, se le abona
la buena sazón de Marcela, quien también es profesora, sueña con pasar el
concurso docente y gozar de las garantías que implica tener un nombramiento
para desempeñar su labor docente en el municipio.
El
coordinador me cuenta su historia de vida mediada por necesidades económicas y
la pérdida temprana de su mamá, también como influyó su profesor de educación
física quien en una ocasión «voló» del colegio al enterarse de que uno de sus
estudiantes había perdido a su madre; entonces, corriendo llegó al sepelio y en
el momento en que el joven le manifiesta que ha decidido retirarse del colegio
y dedicarse a trabajar, su profesor lo obliga a arrodillarse frente al ataúd y
prometerle a su amada madre que no abandonaría la escuela y haría su mejor
esfuerzo por sacar buenas notas.
Me
comenta como este profesor lo apoyó durante sus estudios y lo aconsejó para
tomar decisiones que le permitieran hacer una carrera profesional. Ahora, es
licenciado en matemáticas, me comenta que en gran medida lo logró gracias a un
programa del gobierno que se llama «Jóvenes en acción», que es uno de los
programas más cuestionados por grupos opositores a los últimos gobiernos en Colombia, ya que se basa en incentivos económicos a los jóvenes con mayores niveles de vulnerabilidad
en el país, esta visión subsidiaria ha sido
fuertemente criticada, ya que para algunas personas y movimientos políticos
estos programas han sido utilizados como herramienta para presionar a las bases
populares en procesos electorales. Al final, reconoce el papel tan importante
que tuvo este docente en su vida y trata de replicarlo todos los días con sus
estudiantes, ese ejemplo le marcó la vida y ahora tiene la opción de
corresponderle siendo él un soporte incondicional para sus estudiantes.
En la
tarde voy a jugar fútbol con algunos estudiantes y profesores, claramente hago
el ridículo en medio de jóvenes fuertes y profesores acostumbrados a largas
jornadas deportivas. Luego de un autogol decido volver a mi habitación para
aprovechar mientras haya energía eléctrica y encender el ventilador, compro un
pin para el internet y me entero de que quien vende los pines es uno de los
líderes de la comunidad, el mismo quien ha impedido que se conecte la antena
del internet que ya está instalada, porque esto le dañaría su negocio. Trato de
entender estas dinámicas de país, pero se tornan incomprensibles.
Seis de
la mañana. No estoy dispuesto a perder la lancha que sale a las 7, y tardará 5
horas para llegar nuevamente a Cartagena del Chaira. Nos espera el flaco, un
conductor que se ha dedicado a movilizarnos por esta zona, de allí iremos a
Paujil y directo al aeropuerto de Florencia, 3 horas de retraso del vuelo y
cerca de la 1 de la mañana estoy llegando a Bogotá, el frío me está partiendo
los huesos.
Recuento y cierre
Hoy me
encuentro tratando de evocar cada uno de los paisajes fantásticos que recorrí,
tratando de recordar el aire puro que respiraba y en especial la diversidad de
tonalidades verdes y ocres que encuentras en todos los espacios, recuerdo sus
enormes ríos y su clima ambivalente, recuerdo su comida, en especial el patacón
que no puede faltar en ningún plato, recuerdo la honestidad de su gente y la
facilidad con que se construyen lazos de confianza, recuerdo a tantos
profesores valientes que afrontan todos los días las marcas de su historia
personal y social. Y las complejidades actuales. Pero en especial recuerdo este
bello departamento del Caquetá con sus territorios mediados por una violencia
demencial, que a pesar de todo no pudo matar la esperanza de su pueblo.
El
Departamento de Caquetá, es tan solo un ejemplo entre los departamentos del
país que han tenido que convivir con los diferentes actores del conflicto
armado, que han tenido que reconstruir sus vidas a partir de las lágrimas y los
dolores que producen las guerras, pero además enfrentaron las huellas que
demarcan horizontes para las niñas, niños y jóvenes, poniéndolos al límite
entre la escuela y la familia, con las dinámicas asociadas al cultivo de coca y
la pertenencia a grupos ilegales con sus lógicas internas.
La
escuela como institución viva que se adapta a las contingencias del territorio
queda a merced de los vaivenes de los grupos armados y las condiciones
comerciales del narcotráfico, la presencia diferenciada del estado en Colombia
es notable en estos territorios, quizás la única presencia que hace allí, sea
la misma escuela y los docentes como servidores públicos, generar mayor
presencia estatal es necesario en las zonas donde alguna vez las guerrillas y
los paramilitares determinaban las condiciones de vida.
La
escuela seguirá buscando alternativas para transformar la vida de sus
estudiantes, sus familias y su comunidad, donde a pesar de todas las
dificultades la comunidad sigue apostándole a vivir tranquila y plenamente,
donde todos los días un Vicente, una Efigenia, una Clara, un Flaco, un Ferney,
un Jorge, un Hugo, un Rosember, un Bartolo, un Edwin se levantan con su gente
tratando de construir un nuevo comienzo.
Referencias
bibliográficas
Decreto
N.° 2613, por el cual se fija el salario mínimo mensual legal. Presidencia de la
República de Colombia. (2022, 28 de diciembre). https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=200172
Ellis, Carolyn; Adams,
Tony E. y Bochner, Arthur P. (2015). Autoetnografía: un panorama. Astrolabio (14),
249-273. https://revistas.unc.edu.ar/index.php/astrolabio/article/view/11626
Fondo de Financiamiento de Infraestructura Escolar [FFIE].
(2022, 25 de noviembre) https://ffie.com.co/
Maroto Blanco, José Manuel (2018, marzo). Prejuicios sobre
África en los libros escolares de Educación Secundaria. Historia Actual Online, 43, 169-186. https://doi.org/10.36132/hao.vi43.1437
Mateus Molina, Camilo
Andrés. (2023). Narrativa y reconocimiento. Recurso simbólico para la
no repetición de hechos violentos contra escuelas y maestros en Colombia. En A.
Segovia Ganivet y J. M. Maroto Blanco, (Coords.), Experiencias a pie de
campo. Problemas y desafíos en investigaciones críticas de Humanidades y
Ciencias Sociales (pp. 155-166). Dykinson.
Ministerio
de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. (2010, enero). Reglamento
colombiano de construcción sismo resistente. https://www.unisdr.org/campaign/resilientcities/uploads/city/attachments/3871-10684.pdf
Ministerio
de Educación Nacional de Colombia. (s.f.). Programa de Alimentación Escolar.
https://www.mineducacion.gov.co/1621/w3-printer-235135.html
Ministerio
de Educación Nacional de Colombia. (2022, 7 de febrero). Lineamientos
técnicos PAE. https://bit.ly/49zEjyR
Portal
AECID. (2022, 11 de julio). La Comisión de la Verdad entrega su informe
final sobre el conflicto armado en Colombia. https://www.cooperacionespanola.es/la-comision-de-la-verdad-entrega-su-informe-final-sobre-el-conflicto-armado-en-colombia/
Rojas, Juan Carlos. (2017,
8 de noviembre). De escuela de tortura a territorio de esperanza. El Tiempo.
https://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/la-salida-de-los-actores-armados-ha-traido-paz-en-belen-de-los-andaquies-caquet-148588
Sociedad Geográfica de
Colombia. (2002). Atlas de Colombia. IGAC
Autor
Camilo Andrés Mateus Molina
Doctorando en Educación de la
Universidad de La Sabana y doctorando en Ciencias Sociales de la Universidad de
Granada. Becario del programa becas Bicentenario del Ministerio de Ciencia
Tecnología e Innovación de Colombia, Magíster en Educación y Licenciado en
Psicología y Pedagogía. Integrante del grupo de investigación «Observatorio
Iberoamericano de sociopolítica, cultura y ambiente». Investigador social,
viene adelantando su tesis doctoral titulada «Resignificación de la concepción
de escuela por parte de la comunidad educativa del Departamento del Chocó,
Colombia a partir del conflicto armado del año 1996 a 2016». Sus líneas de
investigación son: escuela y conflicto armado, docencia y conflicto armado,
violencia híbrida en la escuela y educación para la paz.
Esta obra se publica bajo licencia:
Creative Commons BY-NC-SA 4.0 Internacional
(Reconocimiento – No comercial – Compartir igual)
ISSN-L 2224 7408
eISSN 3078 4913
[1] Máxima autoridad o director de la institución educativa.
[2] Amasijo típico colombiano a base de fécula de maíz y almidón de yuca.
[3] Abastecer de gasolina un vehículo.
[4] Caer debido al impulso.
[5] Reglamento colombiano de construcción sismo resistente.
[6] Programa de gobierno que tiene como objetivo: «Brindar complementos alimentarios a niños, niñas y adolescentes de todo el territorio nacional» (Ministerio de Educación Nacional de Colombia, s.f.) que hacen parte del sistema de educación oficial.
[7] Este es un establecimiento público del orden nacional, que tiene como objeto la recepción, recuperación, conservación, compilación y análisis de todo el material documental, testimonios orales y los que se obtengan por cualquier otro medio, relativo a las violaciones ocurridas con ocasión del conflicto armado interno colombiano, a través de la realización de investigaciones, actividades museísticas, pedagógicas, entre otras que contribuyan a establecer y esclarecer las causas de tales fenómenos, conocer la verdad y contribuir a evitar su repetición en el futuro.
[8] Sitio que presenta un conglomerado de viviendas, ubicado comúnmente al lado de una vía principal y que no tiene autoridad civil. El límite censal está definido por las mismas viviendas que constituyen el conglomerado.
[9] Fue el grupo paramilitar más grande del país, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, dejando más de 31.000 víctimas.
[10] Malla que protege de los insectos.
[11] La chalupa es una embarcación pequeña muy frecuente en los ríos en Colombia.